viernes, 1 de marzo de 2013

Lectura de Febrero



Ningún crimen lo cometí por odio. El que se ensaña es mi amor desgraciado. Medea. Séneca



En la tertulia de esta novela, Mi amor desgraciado, de Lola López Móndejar, -finalista del XXI Premio de Narrativa Torrente Ballester, 2009-, hemos tenido la fortuna de contar con la presencia de la propia autora. Ha sido todo un lujo comentar, y debatir con ella los temas que nos han surgido tras su lectura, y que han sido muchos. A la pregunta de por qué surge el inquietante tema del libro, -el viejo mito de Medea bajo el cielo parisino-, Lola nos comenta que es a raíz de una noticia real, de ímpetu mediático, y de sus propias preocupaciones en torno a las dificultades de la maternidad en las mujeres de su entorno y en las suyas propias, lo que la lleva a ello. Nos cuenta que es una novela por la que ha apostado mucho, todo, -se marchó a escribirla a París, pues quería dedicarse enteramente a ella-, y que ha estado gestando durante 8 años.

La lectura para muchas de nosotras es polémica, e incómoda, en el sentido del debate que arrastra detrás, y que no siempre resulta agradable ni sencillo. Para alguna compañera, lo incómodo en particular es asistir a la desgracia de una mujer, día a día, sabiendo que el autor, la autora en este caso, no va a redimirla, y que él único personaje cerca se interesa realmente por ella para usarla de espejo y justificar, en contraposición con el horror de los actos de la otra, sus propios pecados existenciales. Al respecto dice en la página 199:

“Hélène me ha devuelto la generosidad sin pretenderlo, su extremismo ha provocado que regrese a mí la ternura, la bondad y la paciencia. No soy como ella. No soy como ella, me repito. Aunque pueda comprenderla existe una diferencia que no es sólo de grado entre nosotras. Entre sus sentimientos y los míos hay una distancia infernal”.

Se ha comentado igualmente lo que une a estas dos protagonistas femeninas. Y a esto Lola nos ha contestado con evidencia: la falta de deseo de maternidad, la no elección libre, con sus respectivas consecuencias catastróficas. Para una será el abandono de la familia, y el anhelo de soledad y aislamiento temporal para aclarar cuestiones que considera cruciales, como las amistades, quién es realmente su hija, a qué personas desea...y para la otra, mucho más radical y grave, la aniquilación total y absoluta del origen de su malestar: sus hijos.

Igualmente hemos hecho énfasis en el papel ambivalente que sufre la mujer-madre en la actualidad. El rol de madre absorbe tanto a la propia mujer, y está tan a la expectativa de los demás, que cuestiones como el erotismo, la sexualidad, o la propia conciencia de ser una mujer desaparece por completo en la maternidad. Sólo quien está dispuesta a luchar por esa injusticia podrá recuperar el protagonismo que como individuo se merece, un sujeto personal y libre, y no meramente en función de su papel como cuidadora y a la entrega incondicional de los otros. Así que aparentemente la pasión sexual y el amor materno resultan sentimientos incompatibles, ¿lo serán?

Otro tema ha sido el análisis de las dos protagonistas, sus diferencias y su cruce de caminos. Básicamente, ambas se pierden cuando abandonan el rasgo de sujeto, y se convierten en cosas, -se cosifican-, por lo que pierden su papel en la toma de decisiones, de responsabilidad, y de conciencia. El caso de Hélene es un claro ejemplo de mujer objeto, nada en cierto modo se le puede recriminar ,-no se trata de justificar, sí de comprender-; sus actos, ni son decididos, ni responsables, no son autónomos, al no disponer de la cualidad de sujeto. Se mueve a instancias de los otros. Carece de la empatía suficiente para expresarse y comunicarse de manera "eficaz" con otro sujeto (ni con sus propios hijos logra hacerlo, presa de su incapacidad de ver a los demás también como sujetos); es pues, un objeto pasivo, mudo, y subordinado al sujeto cuyo poder ejerce sobre ella un control absoluto: su marido. Algunas han criticado la postura despiadada, y déspota de este hombre, y se ha puesto de relieve asuntos como la "explotación" sexual  hacia ella, primeramente en el terreno sexual, luego ya en el doméstico. En principio no consideramos que haya engaño por parte de él, son dos adultos que acuerdan y consienten situaciones, por más bochornosas, escandalosas, o abusivas que nos parezcan desde fuera. Otra cuestión es lo que surge cuando una de las partes no cumple el acuerdo...¿podemos considerar que Hélène, en este sentido, es una "menor de edad", como anunciaba I.Kant, incapaz de cumplir como persona adulta un pacto?, ¿es realmente ella la que lo incumple? Estas y otras cuestiones quedan abiertas...

Finalizo con dos frases formidables. Una es de Lola: "El arte no cura nada, pero ayuda a elaborar la angustia". Al respecto se aconseja leer la entrevista siguiente:
http://www.culturamas.es/blog/2011/05/04/entrevista-a-lola-lopez-mondejar-el-arte-no-cura-nada-pero-ayuda-a-elaborar-la-angustia/

Y la otra es de Orhan Pamuk que dice: "la literatura es la experiencia más valiosa que el ser humano ha creado para comprenderse a sí mismo". Y esta novela, -añado-, nos ayuda en gran medida.