viernes, 1 de marzo de 2013

Lectura de Febrero



Ningún crimen lo cometí por odio. El que se ensaña es mi amor desgraciado. Medea. Séneca



En la tertulia de esta novela, Mi amor desgraciado, de Lola López Móndejar, -finalista del XXI Premio de Narrativa Torrente Ballester, 2009-, hemos tenido la fortuna de contar con la presencia de la propia autora. Ha sido todo un lujo comentar, y debatir con ella los temas que nos han surgido tras su lectura, y que han sido muchos. A la pregunta de por qué surge el inquietante tema del libro, -el viejo mito de Medea bajo el cielo parisino-, Lola nos comenta que es a raíz de una noticia real, de ímpetu mediático, y de sus propias preocupaciones en torno a las dificultades de la maternidad en las mujeres de su entorno y en las suyas propias, lo que la lleva a ello. Nos cuenta que es una novela por la que ha apostado mucho, todo, -se marchó a escribirla a París, pues quería dedicarse enteramente a ella-, y que ha estado gestando durante 8 años.

La lectura para muchas de nosotras es polémica, e incómoda, en el sentido del debate que arrastra detrás, y que no siempre resulta agradable ni sencillo. Para alguna compañera, lo incómodo en particular es asistir a la desgracia de una mujer, día a día, sabiendo que el autor, la autora en este caso, no va a redimirla, y que él único personaje cerca se interesa realmente por ella para usarla de espejo y justificar, en contraposición con el horror de los actos de la otra, sus propios pecados existenciales. Al respecto dice en la página 199:

“Hélène me ha devuelto la generosidad sin pretenderlo, su extremismo ha provocado que regrese a mí la ternura, la bondad y la paciencia. No soy como ella. No soy como ella, me repito. Aunque pueda comprenderla existe una diferencia que no es sólo de grado entre nosotras. Entre sus sentimientos y los míos hay una distancia infernal”.

Se ha comentado igualmente lo que une a estas dos protagonistas femeninas. Y a esto Lola nos ha contestado con evidencia: la falta de deseo de maternidad, la no elección libre, con sus respectivas consecuencias catastróficas. Para una será el abandono de la familia, y el anhelo de soledad y aislamiento temporal para aclarar cuestiones que considera cruciales, como las amistades, quién es realmente su hija, a qué personas desea...y para la otra, mucho más radical y grave, la aniquilación total y absoluta del origen de su malestar: sus hijos.

Igualmente hemos hecho énfasis en el papel ambivalente que sufre la mujer-madre en la actualidad. El rol de madre absorbe tanto a la propia mujer, y está tan a la expectativa de los demás, que cuestiones como el erotismo, la sexualidad, o la propia conciencia de ser una mujer desaparece por completo en la maternidad. Sólo quien está dispuesta a luchar por esa injusticia podrá recuperar el protagonismo que como individuo se merece, un sujeto personal y libre, y no meramente en función de su papel como cuidadora y a la entrega incondicional de los otros. Así que aparentemente la pasión sexual y el amor materno resultan sentimientos incompatibles, ¿lo serán?

Otro tema ha sido el análisis de las dos protagonistas, sus diferencias y su cruce de caminos. Básicamente, ambas se pierden cuando abandonan el rasgo de sujeto, y se convierten en cosas, -se cosifican-, por lo que pierden su papel en la toma de decisiones, de responsabilidad, y de conciencia. El caso de Hélene es un claro ejemplo de mujer objeto, nada en cierto modo se le puede recriminar ,-no se trata de justificar, sí de comprender-; sus actos, ni son decididos, ni responsables, no son autónomos, al no disponer de la cualidad de sujeto. Se mueve a instancias de los otros. Carece de la empatía suficiente para expresarse y comunicarse de manera "eficaz" con otro sujeto (ni con sus propios hijos logra hacerlo, presa de su incapacidad de ver a los demás también como sujetos); es pues, un objeto pasivo, mudo, y subordinado al sujeto cuyo poder ejerce sobre ella un control absoluto: su marido. Algunas han criticado la postura despiadada, y déspota de este hombre, y se ha puesto de relieve asuntos como la "explotación" sexual  hacia ella, primeramente en el terreno sexual, luego ya en el doméstico. En principio no consideramos que haya engaño por parte de él, son dos adultos que acuerdan y consienten situaciones, por más bochornosas, escandalosas, o abusivas que nos parezcan desde fuera. Otra cuestión es lo que surge cuando una de las partes no cumple el acuerdo...¿podemos considerar que Hélène, en este sentido, es una "menor de edad", como anunciaba I.Kant, incapaz de cumplir como persona adulta un pacto?, ¿es realmente ella la que lo incumple? Estas y otras cuestiones quedan abiertas...

Finalizo con dos frases formidables. Una es de Lola: "El arte no cura nada, pero ayuda a elaborar la angustia". Al respecto se aconseja leer la entrevista siguiente:
http://www.culturamas.es/blog/2011/05/04/entrevista-a-lola-lopez-mondejar-el-arte-no-cura-nada-pero-ayuda-a-elaborar-la-angustia/

Y la otra es de Orhan Pamuk que dice: "la literatura es la experiencia más valiosa que el ser humano ha creado para comprenderse a sí mismo". Y esta novela, -añado-, nos ayuda en gran medida.


jueves, 31 de enero de 2013

Próxima cita

El próximo domingo día 3 de febrero se realizará la siguiente tertulia en torno a la novela Mi amor desgraciado de Lola López Mondéjar.

Dos novelas italianas

Hemos comenzado repasando la trayectoria literaria de Niccolò Ammaniti (Roma, 1966), ganador de numeros premios literarios. Casual, o no, tanto Ammaniti, como Tabucchi, y antes Baricco, -tres autores que hemos leído-,  tienen en común ser ganadores del Premio Viareggio, un premio literario fundado en 1929 en la ciudad italiana de Viareggio para distinguir las mejores obras literarias publicadas en Italia. N. Ammaniti en 2001 por su obra No tengo miedo, (llevada además al cine); A. Baricco (Turín, 1958) en 1993 por Océano Mar, y A. Tabucchi (Pisa, 1943-Lisboa, 2012) en 1994 por su obra Sostiene Pereira (también llevada al cine).

Ammaniti, en su obra Tú y yo, escrita en 2010, -llevada también al cine por B. Bertolucci en 2012-, muestra su gran talento como cronista excepcional de la adolescencia. Su estilo es claro, directo, y sencillo, pero sus dotes para describir y sintetizar en apenas 130 páginas, -hay quien pone en duda su género como novela-, son más que evidentes. Una historia pequeña, íntima, profunda y conmovedora que nos deja con ganas de leer mas sobre este autor. Detalles como la ropa de la madre al comienzo de la historia, el breve diálogo entre Lorenzo, el protagonista, y su madre, y un sinfín de pinceladas sobre los objetos del lugar donde se desarrolla gran parte del relato, -un sótano-, son ejemplos de su maestría como escritor.

El adolescente protagonista ha recordado al joven de La soledad de los números primos, aunque el de Ammaniti nos parece más cautivador. Lorenzo es diferente, no esencialmente autista, y es consciente de su no lugar fuera del ámbito familiar. Viviría en las afueras de la normalidad. Al respecto leemos al principio de la novela, a modo de nota o advertencia lo siguiente:
Se llama mimetismo batesiano a la propiedad que tiene una especie animal inofensiva de parecerse, en color y comportamiento, a otra tóxica o venenosa que vive en su mismo hábitat. Así, la mente del predador asocia la especie mimética a la especie peligrosa, lo que aumenta sus posibilidades de supervivencia.
En palabras del propio autor: "Quien comenta todos sus pensamientos se mimetiza con la masa". Lorenzo es un chico muy inteligente y observador que sin embargo aprenderá a mimetizarse para no preocupar a los demás. Hay muchas similitudes entre el protagonista de la novela, y el joven que fue Niccolò. Todo ello puede leeerse en la siguiente entrevista:
http://www.elcultural.es/noticias/BUENOS_DIAS/3285/Niccolo_Ammaniti

Después hemos continuado con Antonio Tabucchi, autor visceralmetne enamorado de Portugal, y el mejor conocedor, crítico y traductor italiano del escritor portugués Fernando Pessoa. Al respecto, se cuenta una anécdota: durante uno de sus viajes, en París, en un banco de la Estación de Lyon encontró el poema Tabacaria (más abajo puede leerse) firmado por Álvaro de Campos, uno de los heterónimos del escritor portugués. De aquí sale la intuición de que había encontrado el tema para los próximos veinte años de su vida.

Se ha analizado la fórmula reiterada que da lugar al título del libro, Sostiene Pereira, y hemos elucubrado si sería  una declaración, y hacia quién podría ir dirigida (a un policía, a un juez..). En el anexo final del libro comenta Tabucchi que el personaje de Pereira le vino a él, le dejó ser, expresarse, al estilo de los personajes en busca de autor de Pirandello. También explica en una nota al final del libro que en portugués "pereira" significa "peral", y que es un hombre de origen hebreo. Con esto quiso rendir homenaje al pueblo judío, perseguido por los fascismos europeos en aquellos años (la novela está ambientada en Lisboa en 1938 en pleno régimen salazarista). 

Pereira nos ha parecido ante todo humano. Un hombre tranquilo, solitario, atrapado en su pasado, sobre todo al retrato de su mujer muerta con el que habla, sin ideas políticas, y dedicado sólo a la literatura, en especial a la francesa. El punto de partida de su "renovación" o toma de conciencia bien podrían ser las palabras que le reprende la mujer extranjera con la que se encuentra en el tren: "usted es un intelectual, diga lo que está pasando en Europa, exprese su libre pensamiento, en suma, haga usted algo" (Anagrama, p.61). Pero es principalmente el encuentro con la pareja Monteiro Rossi y su novia Marta  lo que hará despertar en él el sentido de la responsabilidad politica.

Encontramos finalmente un hilo conductor entre estas dos novelas, dos conceptos que pueden interrrelacionarse: por un lado el "yo narcisista" del joven Lorenzo, en la obra de Ammanitti, y el "yo hegemónico" de Pereira, en la de Tabucchi:
Creer que somos “uno” que tiene existencia por sí mismo, desligado de la inconmensurable pluralidad de los propios yoes, representa una ilusión, por lo demás ingenua, de la tradición cristiana de un alma única; el doctor Robot y el doctor Janet ven la personalidad como una confederación de varias almas, porque nosotros tenemos varias almas dentro de nosotros, ¿comprende?, una confederación que se pone bajo el control de un yo hegemónico. Lo que llamamos la norma, o nuestro ser, o la normalidad, es sólo un resultado, no una premisa, y depende del control de un yo hegemónico que se ha impuesto en la confederación de nuestras almas; en el caso de que surja otro yo, más fuerte y más potente, este yo destrona al yo hegemónico y ocupa su lugar, pasando a dirigir la cohorte de las almas, mejor dicho, la confederación, y su predominio se mantiene hasta que es destronado a su vez por otro yo hegemónico, sea por un ataque directo, sea por una paciente erosión".
Puede entenderse que ambos yoes acaban derrumbándose para dar lugar a una apertura, en el caso de Lorenzo, y a un sosiego, es decir, una armonia sin supremacía, en el caso de Pereira.

Para finalizar, un artículo sobre la literatura italiana de hoyhttp://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/31084/La_literatura_italiana_de_hoy



TABAQUERÍA

No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo.

Ventanas de mi cuarto,
Cuarto de uno de los millones en el mundo que nadie sabe quién son
(Y si lo supiesen, ¿qué sabrían?)
Ventanas que dan al misterio de una calle cruzada constantemente por la gente,
Calle inaccesible a todos los pensamientos,
Real, imposiblemente real, cierta, desconocidamente cierta,
Con el misterio de las cosas bajo las piedras y los seres,
Con el de la muerte que traza manchas húmedas en las paredes,
Con el del destino que conduce al carro de todo por la calle de nada.

Hoy estoy convencido como si supiese la verdad,
Lúcido como su estuviese por morir
Y no tuviese más hermandad con las cosas que la de una despedida,
Y la hilera de trenes de un convoy desfila frente a mí
Y hay un largo silbido
Dentro de mi cráneo
Y hay una sacudida en mis nervios y crujen mis huesos en la arrancada.

Hoy estoy perplejo, como quien pensó y encontró y olvidó,
Hoy estoy dividido entre la lealtad que debo
A la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera,
Y la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.

Fallé en todo.
Como no tuve propósito alguno tal vez todo fue nada.
Lo que me enseñaron
Lo eché por la ventana del traspatio.
Ayer fui al campo con grandes propósitos.
Encontré sólo hierbas y árboles
Y la gente que había era igual a la otra.
Dejo la ventana y me siento en una silla. ¿En qué he de pensar?

¿Qué puedo saber de lo que seré, yo que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? ¡Pienso ser tantas cosas!
¡Y hay tantos que piensan ser esas mismas cosas que no podemos ser tantos!

¿Genio? En este momento
Cien mil cerebros se creen en sueños genios como yo
Y la historia no recordará, ¿quién sabe?, ni uno,
Y sólo habrá un muladar para tantas futuras conquistas.
No, no creo en mí.
¡En tantos manicomios hay tantos locos con tantas certezas!
Yo, que no tengo ninguna ¿puedo estar en lo cierto?
No, en mí no creo.
¿En cuántas buhardillas y no-buhardillas del mundo
Genios-para-sí-mismos a esta hora están soñando?
¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas
-Sí, de veras altas y nobles y lúcidas-
Quizá realizables,
No verán nunca la luz del sol real ni llegarán a oídos de la gente?

El mundo es para los que nacieron para conquistarlo
No para los que sueñan que pueden conquistarlo, aunque tengan razón.
He soñado más que todas las hazañas de Napoleón.
He abrazado en mi pecho hipotético más humanidades que Cristo,
He pensado en secreto más filosofías que las escritas por ningún Kant.
Soy y seré siempre el de la buhardilla,
Aunque no viva en ella.
Seré simpre el que no nació para eso.
Seré siempre sólo el que tenía algunas cualidades,
Seré siempre el que aguardó que le abrieran la puerta frente a un muro que no tenía puerta,
El que cantó el cántico del Infinito en un gallinero,
El que oyó la voz de Dios en un pozo cegado.
¿Creer en mí? Ni en mí ni en nada.
Derrame la naturaleza su sol y su lluvia
Sobre mi ardiente cabeza y que su viento me despeine
Y después que venga lo que viniere o tiene que venir o no ha de venir.
Esclavos cardíacos de las estrellas,
Conquistamos al mundo antes de levantarnos de la cama;
Nos despertamos y se vuelve opaco;
Salimos a la calle y se vuelve ajeno,
Es la tierra y el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.

(Come chocolates, muchacha,
¡Come chocolates!
Mira que no hay metafísica en el mundo como los chocolates,
Mira que todas las religiones enseñan menos que la confitería.
¡Come, sucia muchacha, come!
¡Si yo pudiese comer chocolates con la misma verdad con que tú los comes!
Pero yo pienso y al arrancar el papel de plata, que es de estaño,
Echo por tierra todo, mi vida misma.)

Queda al menos la amargura de lo que nunca seré,
La caligrafía rápida de estos versos,
Pórtico que mira hacia lo imposible.
Al menos me otorgo a mí mismo un desprecio sin lágrimas,
Noble al menos por el gesto amplio con que arrojo,
Sin prenda, la ropa sucia que soy al tumulto del mundo
Y me quedo en casa sin camisa.

(Tú que consuelas y no existes, y por eso consuelas,
Diosa griega, estatua engendrada viva,
Patricia romana, imposible y nefasta,
Princesa de los trovadores, escotada marquesa del dieciocho,
Cocotte célebre del tiempo de nuestros abuelos,
O no sé cual moderna -no acierto bien la cual-
Sea lo que seas y la que seas, ¡si puedes inspirar, inspírame!
Mi corazón es un balde vacío.
Como invocan espíritus los que invocan espíritus me invoco,
Me invoco a mí mismo y nada aparece.
Me acerco a la ventana y veo la calle con una nitidez absoluta.
Veo las tiendas, la acera, veo los coches que pasan,
Veo los entes vivos vestidos que pasan,
Veo los perros que también existen,
Y todo esto me parece una condena a la degradación
Y todo esto, como todo, me es ajeno.)

Viví, estudié, amé y hasta tuve fe.
Hoy no hay mendigo al que no envidie sólo por ser él y no yo.

En cada uno veo el andrajo, la llaga y la mentira.
Y pienso: tal vez nunca viviste, ni estudiaste, ni amaste, ni creíste
(Porque es posible dar realidad a todo esto sin hacer nada de todo esto.)
Tal vez has existido apenas como la lagartija a la que cortan el rabo
Y el rabo salta, separado del cuerpo.

Hice conmigo lo que no sabía hacer.
Y no hice lo que podía.
El disfraz que me puse no era el mío.
Creyeron que yo era el que no era, no los desmentí y me perdí.
Cuando quise arrancarme la máscara,
La tenía pegada a la cara.
Cuando la arranqué y me vi en el espejo,
Estaba desfigurado.
Estaba borracho, no podía entrar en mi disfraz.
Lo acosté y me quedé afuera,
Dormí en el guardarropa
Como un perro tolerado por la gerencia
Por ser inofensivo.
Voy a escribir este cuento para probar que soy sublime.

Esencia musical de mis versos inútiles,
Quién pudiera encontrarte como cosa que yo hice
Y no encontrarme siempre enfrente de la Tabaquería de enfrente:
Pisan los pies la conciencia de estar existiendo
Como un tapete en el que tropieza un borracho
O la esterilla que se roban los gitanos y que no vale nada.

El Dueño de la Tabaquería aparece en la puerta y se instala contra la puerta.
Con la incomodidad del que tiene el cuello torcido,
Con la incomodidad de un alma torcida, lo veo.
El morirá y yo moriré.
El dejará su rótulo y yo dejaré mis versos.
En un momento dado morirá el rótulo y morirán mis versos.
Después, en otro momento, morirán la calle donde estaba pintado el rótulo
Y el idioma en que fueron escritos los versos.
Después morirá el planeta gigante donde pasó todo esto.
En otros planetas de otros sistemas algo parecido a la gente
Continuará haciendo cosas parecidas a versos,
Parecidas a vivir bajo un rótulo de tienda,
Siempre una cosa frente a otra cosa,
Siempre una cosa tan inútil como la otra,
Siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
Siempre el misterio del fondo tan cierto como el misterio de la superficie,
Siempre ésta o aquella cosa o ni una cosa ni la otra.

Un hombre entra a la Tabaquería (¿para comprar tabaco?),
Y la realidad plausible cae de repente sobre mí.
Me enderezo a medias, enérgico, convencido, humano,
Y se me ocurren estos versos en que diré lo contrario.

Enciendo un cigarro al pensar en escribirlos
Y saboreo en el cigarro la libertad de todos los pensamientos.
Fumo y sigo al humo con mi estela,
Y gozo, en un momento sensible y alerta,
La liberación de todas las especulaciones
Y la conciencia de que la metafísica es el resultado de una indisposición.
Y después de esto me reclino en mi silla
Y continúo fumando.
Seguiré fumando hasta que el destino lo quiera.

(Si me casase con la hija de la lavandera
Quizá sería feliz).
Visto esto, me levanto. Me acerco a la ventana.
El hombre sale de la Tabaquería (¿guarda el cambio el la bolsa del pantalón?),
Ah, lo conozco, es Estevez, que ignora la metafísica.
(El Dueño de la Tabaquería aparece en la puerta).
Movido por un instinto adivinatorio, Estevez se vuelve y me reconoce;
Me saluda con la mano y yo le grito ¡Adiós, Estevez! y el universo
Se reconstruye en mí sin ideal ni esperanza y el Dueño de la Tabaquería sonríe.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Calendario de lecturas

El próximo domingo 20 de enero a las 18.00h se realizará la tertulia de las siguientes novelas: Tú y yo de Niccolo Ammaniti, y Sostiene Pereira de Antonio Tabucchi.

martes, 11 de diciembre de 2012

Lectura de diciembre

En esta ocasión hemos comentado el libro de Iréne Némirovsky El Baile (1930). Como la vez anterior se ha hecho un breve recorrido por la vida de esta autora nacida en Kiev en 1903, y muerta con 39 años en Auschwitz. Hay un claro paralelismo entre su vida y obra, algunas, como la novela breve El Baile, con claros tintes biográficos. De familia adinerada y de procedencia judía, su novela inacabada, Suite francesa, -considerada por los críticos como su obra maestra-, será escrita bajo el telón de fondo de la 2ª guerra mundial, y con las primeras leyes en contra de los judíos extranjeros. 



Antes de empezar a debatir el libro se ha leído un artículo donde se analiza el tema del abandono en la obra y vida de Iréne Némirovsky: http://www.ediciona.com/portafolio/document/9/4/1/2/microsoft_word_-_irene_nemiro%E2%80%A6_2149.pdf
Lo primero que nos ha surgido tras su lectura es imaginarnos a la propia Iréne como Antoinette, la adolescente protagonista de 14 años. Por su biografía sabemos que se sentía especialmente abandonada por su madre. Aunque la historia la cuenta un narrador omnisciente, el punto de vista adoptado es el de la joven, y la relación de odio y aversión que mantiene con su madre.

En este sentido, el personaje de la madre ha ocupado gran parte de nuestro debate, analizando si es una mujer digna de lástima, odio, indiferencia, indulgencia, o incluso alguien entrañable, como una de nuestras compañeras curiosamente ha resaltado. Considera que es una mujer luchadora que ha ido alcanzando sus objetivos con dificultad, obstáculos y penalidades, y que merece un gran reconocimiento en ese sentido. Las demás consideramos que es un personaje brusco, áspero, sin modales, y escrúpulos para con todo y todos. Por "el baile" es capaz de vender su alma al diablo si la tuviera. Del personaje del padre apenas se ha hablado pasando a ser un personaje secundario.

Otro tema que hemos analizado ha sido la relación de las dos mujeres, -madre e hija-, desde el punto de vista de dos enemigas, en el sentido de lo que cada una puede quitarle o restarle a la otra. Se ha comentado que la madre podría tener envidia a la hija, aunque la mayoría también creemos que indiferencia. Al respecto, leemos:

-Te lo suplico, mamá, te lo suplico! Tengo 14 años, mamá, ya no soy una niña...Sé que a los quince años se hace la presentación en sociedad; yo ya los aparento, y el año que viene...
Su madre estalló súbitamente.
-¡Pero bueno!, -exclamó con la voz enronquecida por la cólera-. Asistir al baile esta chiquilla, esta mocosa, ¡habrase visto!...Esperas y verás como hago que se te pasen todos esos delirios de grandeza, niña...¡Ah!, y encima crees que vas a presentarte "en sociedad" el año que viene. ¿Quién te ha metido esas ideas en la cabeza? Que sepas, niña, que apenas he empezado a vivir yo, ¿me oyes?, yo, y que no tengo intención de preocuparme tan pronto por una hija casadera...

Luego hemos hablado de temas como los nuevos ricos, considerado El baile como un libro de denuncia de los medios utilizados por ellos para establecerse y llegar a ser reconocidos, sin importarles las consecuencias. Los nuevos ricos, ¿tienen escrúpulos?, ¿pueden aprenderse los modales, el gusto, el refinamiento, el glamour? Pueden educarse, como diría el filósofo David Hume.

Otro tema del que poco se ha hablado, pero que quizá hubiera dado más de sí es el de la religión cristiana vs religión judía. La familia Kampf se convierte al cristianismo para escalar en el poder. Como dice el padre: "En el fondo, para avanzar en el mundo no hay más que seguir al pie de la letra la moral del Evangelio" (p.23).

Hemos dejado muchos interrogantes abiertos, algunos como si son "iguales" madre e hija, en el sentido de que una es el reflejo/espejo de la otra, si hay maldad en la niña, u otros sentimientos como venganza o rencor, si finalmente hay reconciliación o es sólo aparente...

Un breve libro que ha dado mucho juego, y debate, y cuya participación ha sido unánime.

Palabras clave: Desglase, crítica, relación de familia, abandono, adolescencia, desencuentro, conflicto e hipocresía.



Hemos acabado la sesión, como haremos en las siguientes, con la lectura de un poema. Esta vez ha sido Bukowski: 

"A solas con todo el mundo":

la carne cubre el hueso
y dentro le ponen
un cerebro y
a veces un alma,
y las mujeres arrojan
jarrones contra las paredes
y los hombres beben
demasiado
y nadie encuentra al 
otro
pero siguen
buscando
de cama
en cama.
la carne cubre
el hueso y la
carne busca
algo más que
carne.

no hay ninguna
posibilidad:
estamos todos atrapados
por un destino
singular.
nadie encuentra jamás
al otro.

los tugurios se llenan
los verederos se llenan
los manicomios se llenan
los hospitales se llenan
las tumbas se llenan

nada más
se llena.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Lectura de noviembre



Nuestro primer libro a comentar ha sido Océáno Mar (1993) del italiano Alessandro Baricco (Turín, 1958). Ha habido distintas impresiones y opiniones respecto a su lectura. La mayoría lo han considerado un libro irregular, cuyas partes distan mucho entre sí. La primera seria la más literaria y poética, la segunda, -la que más ha gustado-, la más cruda, y mejor escrita, y la tercera, -para esa mayoría-, prescindible, mal acabada, y mucho más floja que el resto. 

Una idea que me ha gustado mucho es la analogía de las tres partes del cuerpo, -cabeza, tronco, y extremidades-, con las tres partes del libro, señalando en particular la titulada "El vientre del mar" y haciendo la semejanza con las entrañas y la parte más sucia del ser humano. En esta parte del libro tiene lugar una puesta en escena de las caras más oscuras del ser humano, y del estado límite de supervivencia. Un cambio brusco frente al vaivén relajado de la primera parte, al ritmo de los entrañables personajes que van apareciendo en la "Posada Almayer".

Todas hemos estado de acuerdo en que es una novela experimental, en el que el autor se recrea en la forma, y se entretiene con múltiples registros como los juegos de palabras, poemas, aliteraciones varias, incluso oraciones, éstas de la mano del curioso personaje del padre Pluche, que "no decía nunca lo que debía decir. Se le ocurría antes otra cosa. Un momento antes. Pero era más que suficiente" (p.26).

A la mayoría el personaje que más les ha gustado ha sido el del pintor Plasson, por esa búsqueda tan peculiar y desesperada de querer buscar los "ojos" al mar. Atormentado para algunas, entrañable para otras, pero significativo para todas. Para dos de nosotras no habría personaje predilecto, siendo todos igualmente interesantes y entrañables: Plasson, Ann Deverià, Elisewin, el padre Pluche, Baetleboom, Savigny, Adams, Dira, Dood, Ditz,..

Un libro cuyo predisposición a él te marca su lectura: o bien lo lees con la cabeza, y lo consideras un libro fallido en su acabado, o bien lo lees con el corazón, y su inconsciencia, y sueñas y vives un maravilloso universo imaginario. Un libro que en definitiva planea múltiples lecturas, y relecturas. Aconsejable acercarse a él y sentir el mar en todas sus variantes.

Comienzo


El domingo, 25 de noviembre, hemos inaugurado nuestro club de lectura leyendo el poema "Escalones" de Herman Hesse extraído de su obra El juego de los abalorios: 




Así como toda flor se mustia, y toda juventud cede a la edad,
así también florecen sucesivos los peldaños de la vida;
a su tiempo flora toda sabiduría, toda virtud,
mas no le es dado durar eternamente.
Es menester que el corazón, a cada llamamiento,
esté pronto al adiós y a comenzar de nuevo,
esté dispuesto a darse animoso y sin duelos,
a nuevas y distintas ataduras.
En el fondo de cada comienzo hay un hechizo
que nos protege y nos ayuda a vivir.

Debemos ir serenos y alegres por la Tierra, atravesar espacio
tras espacio sin aferrarnos a ninguno, cual si fuera una patria;
el espíritu universal no quiere encadenarnos,
quiere que nos elevemos, que nos ensanchemos
escalón tras escalón. Apenas hemos ganado intimidad,
en una morada, y en un ambiente, ya todo empieza a languidecer:
sólo quien está pronto a partir y peregrinar
podrá eludir la parálisis que causa la costumbre.

Aún la hora de la muerte acaso nos coloque
frente a nuevos espacios que debamos andar:
las llamadas de la vida no acabarán jamás para nosotros...
¡Ea, pues, corazón, arriba! ¡Despídete, estás curado!